miércoles, 3 de julio de 2019

El campesino cooperador


Un batallón de soldados transportaba víveres a los pueblos que habían padecido por la furia de la naturaleza, de pronto a lo lejos escucharon a un campesino silbando y a una yegua relinchando de tiempo en tiempo.
-Estamos cerca- dijeron.

Seguían el sonido que el viento llevaba pero no se veía nada, poco a poco se fueron acercando, cada vez era más nítido. Se escuchaba el arado y los bueyes. A lo lejos vieron a un hombre silbando y moviendo el arado, abriendo los surcos con gran maestría.

-Amable señor -le dijeron- Es posible que pueda ayudarnos a llegar, guiándonos hacia el pueblo más cercano que ha sufrido un aislamiento por las lluvias, estamos llevando carpas y alimentos.

-No tienen más que decirlo - dijo - En este momento dejo el arado y los bueyes a buen recaudo, yo mismo los llevaré.

Caminaron tres días y tres noches, al fin vieron un pueblecito rodeado de aguas.
-Conozco un atajo- dijo - y tras la montaña había un caminito que daba directamente al pueblo.
Ni bien los vieron llegar, todos se abalanzaron hacia los soldados pidiendo agua, porque la que estaba al rededor del pueblo estaba contaminada y no podía beberse.

Carpas, comida, agua, y cobijo fueron entregando a todos quienes con una sonrisa agradecieron. Todos se unieron en ese momento, hicieron una olla común y todos comieron de ella. Las carpas albergaban a las familias y pronto trabajaron todos para primero poner barreras y secar el pueblo y segundo para que todos tuvieran un lugar digno donde vivir.

A veces no es fácil salir de las adversidades pero si todos ponemos nuestro granito de arena y nuestro tiempo es posible hacer un mundo mejor.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario