Había una vez una niña que era rara, tenía en la frente una estrella no muy grande, del porte de un grano de cebada y en la espalda tenía los ojos.
Esta estrella era especial además que podía ver, era capaz de leer el pensamiento.
Las niñas le molestaban y le decían cosas para hacerla sentir mal.
Un día le dijo a su madre el problema y ella encontró la solución le pondría dos ojos pintados, pero estaría como durmiendo. Así lo hizo fue con un pintor y le hizo pintar dos hermosos ojos y le puso unas pestañas postizas para que pareciera de verdad, pero ni con ello dejaron de molestarla.
Otro día le dijo a su madre que mejor le pintaran los ojos abiertos con una mirada. Entonces así lo hicieron, pero ni aún así dejaron de molestarla. Entonces tomó unos anteojos y se olvido de las niñas concentrándose más en leer. Pensaba que cada vez que leyera una vida sería como si la viviera y ella quería vivir mucho.
Empezó leyendo la biblia y cada vez que leía la vida y obras de alguien anotaba la edad que había vivido y le sumaba a la suya. Cada vez fue haciéndose más sabia y todos la querían y le pedían consejo. Nadie más la molestó, por el contrario la veían hermosa.
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