Sería hoy el día más feliz de su vida, sí señor! así se lo había prometido. Cuando salio al jardín vio a Joaquín el sobrino del vecino que había llegado de Rusia, era un niño pecoso y pelirojo, con unos cachetitos redonditos y rojos que parecía que en cualquier momento estallarían.
-Hola, cómo te llamas? te presto mi triciclo- le dijo pero el niño no respondió. Los niños no necesitan idiomas así que tomó su mano y acarició el triciclo a la vez que Aghata le prestaba su precioso transporte con un gesto entendible.
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